lunes, 10 de febrero de 2014

El designio mayor del poema. Poemario de Vladimir Alvarado Ramos.

El designio mayor del poema
(la menoría)
del poeta
Vladimir Alvarado Ramos
Por: Orlando V. Bedoya Pineda 
Título: El Designio mayor del poema (la menoría)
Autor: Vladimir Alvarado Ramos.
Editorial: Ambedue.
Ciudad: Arequipa.
Año de publicación: 2013. 
Género: Poesía.
Medidas: 20,5 x 14,8 cm.
Encuadernado: Empastado.
Nº de páginas: 68.


Entre designios y memoria: los versos
 de Vladimir Alvarado Ramos.

   
El devenir histórico es muy largo para los instantes de vida que tiene cada individuo para hacer de ella que intervenga de manera trascendente en el plano social; he aquí la memoria, entonces, como puzzle, en cada mano de cada disciplina tratando de armarla; y así, contribuir al mañana del próximo hombre, que vendrá a la realidad para iniciar su proceso de endoculturación y su acondicionamiento como humano…; digo esto, porque son algunas de las conjeturas que preocupan al poeta Vladimir Alvarado Ramos (V.A.R.).

Es así que, este poeta, utilizará un lenguaje culto e interdisciplinario, sus metáforas a veces son muy herméticas, y llenas de símbolos; pero en cada uno de estos giros literarios, no escapan a la pasión, al latido vivo y delicado que porta el ser humanista para obsequiarla como efluvio marino a cada lector.

V.A.R., ensimismado, nos engulle con su canto al sueño sin pies, a la realidad del superhombre, y el acto de las correcciones por construir, como se reflejan en sus primeros poemas del primer apartado titulado De la menoría I (Codificar):

“Subsisten, como estrellas parlantes
            Incógnitas
            Semillas por cosechar
            Peregrinaciones de kilómetros
            Correcciones como ladrillos
            Y morderle a la vida donde
            El suplicio se hace valentía  
            Lecturas que no conocen autores.”

Por lo que el poeta, se vuelve camino de lenguaje con rostro de hombre que busca su verdad en la lejana verdad, aunque la desilusión no sea más que otra cosa que la espinada civilización.

Su canto, entonces, se hace abismal y frágil como “pulmones de una pantalla rota”, varado en el misterio que va más allá de la imaginación frente al descaro sensorial: “una mujer desnuda detrás de las cortinas” que ahora se hace extrañamiento.

El miedo, se manifiesta entre la denuncia y la mentalidad de fracaso; entre el heroísmo y el padecer las patéticas represiones. Aunque la luz del optimismo existencial se ubica frente al entorno como historia llena de cenizas.

Más allá de los “nombres” y “coordenadas”, la interminable ruta del poeta proscrito, como “desaparecer”, lejos del entorno lo arrincona entre datos, caracteres y botones.

El mundo interno, la subjetividad o iluminación; también se manifiestan como realidad, con insomnes preguntas, como luces de vigilia o belicosos fantasmas. V.A.R. anota así en el segundo apartado De la menoría II (decodificar):

“…La totalidad de experiencias
      Cada rincón/segunda piel
      Gritan al mundo su natalidad
      Una apuesta a todo o nada
      ¿Podré tragarme mis palabras?
      Cada luminiscencia es falsa
     ¿No hay cura que me enferme?...”

Mientras que en el tercer apartado, De la memoría III, los linderos de las ideas se quiebran remarcando el halago, la bilis, y la denuncia; la “memoria” hecha escombros o fría:

“…Romper la memoria, para
Estar donde estuve, sin
Colores – la mímesis de la
Cultura – forzar la existencia
¿Cómo leer perturbaciones?
Combinaciones posibles de un
Orden campesino
La herencia nos da las gracias
Se aleja de allí y se ríe
Derrama niñas sobre mares sin nombre
Sobre, estaciones solares, colores por nombrar
Pasajeros absolutos, religiosos de desierto
Poetas sin verso, estatuas de letras.”

En el cuarto apartado del libro, Del Mar, llega el poeta a soliloquios, a especie de conclusiones como escenas; a la prosa poética, a la vanguardia que conjuga espacios, paradigmas, sentencias…; el verbo se hace beligerante batalla hacia los discursos de poder inmersas en diversas plataformas del conocimiento.

No es de extrañarse que la desilusión construya una nueva ilusión, de ahí la contraposición versal y la búsqueda de identidades entre espejos de calumnias.

…Es preciso en el tropel de las mañanas, buscar, buscarnos como apertura y clausura, confesar en los suburbios de nuestras legiones, que la ebria orden es un nudo de la palabra, antes que cosecha de la cuchilla, que ganancia del pataleo, que su yuxtaposición en sucesiones, antes que la punta del albedrío en julios. No volveré a valorar junto a ti, niegas la importancia del agujero, estas rosas apuntan a tu lado, recuérdalo, el comercio acaba junto al monopolio del siglo pasado, ¿cuán dulce es tu agalla?, lastimas la fiebre del joven árbol, es hora de santos, de manos a lunas.”

Del Tiempo, quinto y último apartado, nos acerca a los colofones, a las historias que hacen de puente entre el origen, el proceso, y el devenir… es pues, lo que avanza el “Yavista”, personaje que encarna la voluntad como poeta, la chispa de donde emana el fuego prometeico, el valor entre generaciones, credos y civilizaciones; V.A.R., lo menciona así:

“Abrió los ojos, el Yavista, multitud de puntos sin referencias, como sarcófagos leyendo maldiciones, sin rosetas, la paciencia es eterna.”
“Esta es mi enumeración, la de él jamás, fósiles  en carbonos sin catorce, la  numeración es después, queda nuestro llanto para alimentos, canciones; queda el silencio para el peso del mundo, la columna de nuestro primer paso, la llaga producto del descenso ¿cómo expresar el azote del árbol al caer? El dolor de los dedos al señalar, el sabor de la tierra, sólo con frutos y hojas. Es el esplendor del poema cardinal: cero, cero y luego eyección.”

Este apartado final termina lanzando un acertijo profético o visionario, con el verso encriptado, que sólo alcanzarán a entenderlo algunos, confirmación de hermetismo, que no es más que la fuente del título que engloba a  este libro.

“…El exilio se merece la voz, los ejércitos de la sequedad, los extremos del navío a un sólo grito, un grito de sal y títulos. Él va a quemar el mundo con sus siete días, he aquí el designio mayor del poema.”

Vladimir Alvarado Ramos, necesario es reiterar su nombre, juega un rol de hito o encrucijada, de dolor humanístico, de bandera de testimonio de timidez acerada y de palabra de rayo; es amigo y promesa en las letras que lidera a los creadores poéticos de la segunda década del siglo XXI en Arequipa, validando la poesía trascendental con el estilo particular de cada generación.

Este libro y su creador poético auguran el camino y la responsabilidad hacia las humanidades y las letras, los reconocimientos y los sacrificios que exigen todo proceso de cambio o renovación.

Orlando V. Bedoya Pineda.[1]
Arequipa, agosto del 2013.




[1] Poeta, investigador, editor y promotor cultural en la ciudad de Arequipa. 

Breve estudio sobre POESÍA Y URBE poemario de Gabriela Podestá

POESÍA Y URBE
 (parir entre ácida lluvia)
de Gabriela Podestá Sánchez
Por: Orlando V. Bedoya Pineda.[1]
Título: Poesía y Urbe (parir entre ácida lluvia).
Autor: Gabriela Podestá Sánchez.
Editorial: Ambedue.
Ciudad: Arequipa.
Año de publicación: 2008. 
Género: Poesía.
Medidas: 20,25 x 14,4 cm.
Encuadernado: Empastado.
Nº de páginas: 40.


Breve estudio sobre POESÍA Y URBE
(parir entre ácida lluvia)


POESÍA Y URBE (parir entre ácida lluvia),[2] es un título con matices conceptuales y una explicación de símbolos marcadamente finos-fuertes y de crítica.
            En el primer caso, Poesía y urbe, nos enmarca a un mundo aparentemente contradictorio, lo espiritual y abstracto frente a lo nominalista social y lo real.
            En el segundo caso, (parir entre ácida lluvia), nos hace referencia a la fertilidad, a la belleza de la vida, aún como diría la Poeta, en este “mundo insano”. Esta relación es clara y gigantesca, la lluvia ácida sólo puede existir como manifestación de la contaminación del medio ambiente (mineras, smog, desgaste de la capa de ozono. Y extendiendo el término en contaminación visual y de sonidos;…etc.), pero a la vez esta contaminación es un profundo símbolo de desencanto que señala a la forma esencial del humanismo como es su memoria llena de voces, gritos, pasiones rotas o flamantes, el individualismo como el progreso, el mar de silencio o de emociones y como resultado una comunicación arbitraria hacia los hombres…
            En este poemario, el parir, de sonido fuerte y de terminación débil como rugido, se manifiesta en el trascurrir de los versos como nacimiento que implica dolor, queja, sudor con un final de sosiego y de espanto al ver al nuevo ser, el poema, en un entorno decadente.
            El Texto poético, dividido en dos apartados: Primera Lluvia (junto a ti poesía), Segunda Lluvia (Convivencias y dientes rotos), son el resultado de la auto observación y la contemplación del quehacer poético literario, de introspección social a la ciudad o para ser más claros a lo que se denomina “civilización”. Existe una voz de queja sobre cómo el hombre se ha ido alejando de sí mismo, de su entorno y cómo desaparece en su cotidianidad artificial. He ahí las aclaraciones de estar “junto a ti poesía”, y la necia y torpe “convivencia” agresiva y convulsa hasta llegar a los “dientes rotos”.
            Este poemario, es pues, la batalla que el gran nobel latinoamericano Octavio Paz nos alude sobre el niño con su ejército de pájaros para guerrear contra el sol. 
Gabriela Podestá Sánchez, merecido título de “Poeta Precoz”, nos declara en su “OFRENDA” los siguientes versos como destino y camino poético-social-espiritual a seguir.

“Cansada de seguir los pasos 
  en las huellas de los demás 
 quiero ser la sal que condena al agua.”[3]
           
Dando inicio con su diálogo frente a las circunstancias sociales, como por ejemplo en Juegos y suicidios, a la condición de ser mujer le pregunta:

“…
 ¿Odias el machismo?

[Y luego les responde con dolor negro y fatal]

 si lo arrullas, lo crías, le brindas tu seno
 en tu fétida bolsa y en cada mañana del desayuno…”[4]

            Es que Gabriela Podestá Sánchez, sigue el camino eterno y místico que también se le presentó a Gustavo Adolfo Bécquer cuando nos dice: “Podrá no haber poetas; pero / siempre Habrá poesía…/ …Mientras la ciencia no alcance / Las fuentes de la vida,…/ …; Mientras la humanidad siempre avanzando / No sepa a do camina; / Mientras haya un misterio para el hombre, / ¡Habrá poesía!”[5]
            Pero este romanticismo, lleva la marca de lo trágico, la ausencia del ser a quien se adora, al que no se ve… Entonces la poeta, en este caminar  con “los ojos como corazón torpemente asustados”[6]  deja los límites de la condición social y se declara amatoria de la Poesía:

“Por seguirte
  dicen que somos de ellos: peatones
  dicen los humanos que les pertenecemos
  dicen que obedecemos a Dios 
  dicen que somos partículas como credo…[7]

“Madre nuestra
  como una esquizofrenia de zapatos sin rumbo
  Abriste la puerta
  Y nosotros como flecha
  Devorando como rito y animal nuestro destino.”[8]

“Seguirte…
  como antiguo ritual soplando hojas de coca
                         comiendo ceniza en esta necia urbe.”[9]

            Es así que la lluvia, sol, ciudad, artesanías toman un sentido gigante con respecto a la vida y la muerte; entre lo asfixiante y lo libre, smog e inspiración, claxon y verso…
            Este poemario entonces se convierte en el desencanto y la necesidad de descubrir la belleza en lo crudo-rápido-frustrante que ha hecho su hogar en estos tiempos actuales, en nuestro entorno, en nuestro quehacer, en nuestro hogar; en la luz enferma que alumbra cada día. Por lo que, en este texto, el cambio y lo novedoso, se disfraza en señalar lo que nos ocurre en este ocaso social que alumbra nuevos tiempos y coyunturas; es pues un ramo de flores en el camino que ha escogido, la Poeta, como es el de la Poesía, en un entorno melancólico y corrosivo de lluvia ácida.

En: Ojos de Clío, revista interdisciplinaria de Historia.
Año 2, Nº3, Arequipa, Septiembre, 2012. pp. 157-160.



[1] Poeta, investigador, Crítico literario y; gestor cultural de la ciudad de Arequipa. Fundador y Director de la revista Enroque y más Versos. Co-editor de la revista Ambedue. Director editorial y de Producción de la revista interdisciplinaria de Historia Ojos de Clío.
[2] PODESTÁ SÁNCHEZ, Gabriela. POESÍA Y URBE (parir entre ácida lluvia). Ambedue: Arequipa, 2008.─ Prólogo del Dr. Xavier Bacacorzo.
[3] Ibídem. p. 10.
[4] Ibídem. p.16.
[5] BECQUER, Gustavo. Rimas. Buenos Aire: Editorial Sopena Argentina S.A., 1958. pp. 21-22.
[6] Ibídem. 17.
[7] Loc. Cit.
[8] Ibídem. p. 31.
[9] Loc. Cit.

URNA, la poesía trascendental de Ursula Podestá

U  R  N  A
poemario de Ursula Podestá Sánchez
Por: José Gabriel Valdivia.
Título: URNA (disjecti membra poetae) 
─los miembros dispersos del poeta─.
Autor: Ursula Podestá Sánchez.
Editorial: Ambedue.
Ciudad: Arequipa.
Año de publicación: 2009. 
Género: Poesía.
Medidas: 20,7 x 14,5 cm.
Encuadernado: Engrapado.
Nº de páginas: 44.


1

La poesía publicada en Arequipa, en esta primera década del siglo XXI, por los jóvenes nacidos después de 1980, manifiesta ya ciertas continuidades y rupturas con la tradición desarrollada durante el siglo XX. La renovación parece orientarse por la temática, las formas, o también -aunque en menor proporción-  por el lenguaje o la actitud poética de abandonar el pasado paulatinamente hasta recusarlo con natural y espontáneo sentimiento generacional.
En cuanto a los temas, por ejemplo, no aparece el amor como preocupación fundamental. La ciudad, como espacio nuevo, parece ganar la sensibilidad de estas voces inaugurales, así como el desasosiego o la desesperación que va provocando la modernidad instalada a tientas en nuestros predios, junto a la tecnologización de la vida cotidiana.
En este sentido, hay -en algunos casos- intentos por escribir con un lenguaje diferente y plural que testimonie esta nueva vorágine urbana. Del mismo modo, la actitud hacia la vida y la poesía se manifiesta –en los mejores trabajos- con rebeldía y franco compromiso, hurgando lo personal, lo cotidiano y efímero, lo comunicativo y electronizado.
También podemos diferenciar lo escrito por varones y mujeres, porque todavía en nuestra sociedad y cultura el problema de género sigue apareciendo aunque va disipándose paulatinamente. En los inicios de la década, Tania Rosand, Mariela Cervantes o Katty Gómez  aparecieron con sendos libros. Luego vendrían Nadia Fernández, María Miranda y Ursula Podestá. Finalmente, irrumpen con plaquetas individuales o poemas en revistas: Maru Delgado, Lilian Calisaya, Flor Pachari, Carolina Zegarra.

2

Urna es el segundo libro de Ursula Podestá Sánchez (Arequipa, 1982). En este, la voz se dispersa y asume un registro vario para desarrollar las tres partes que conforman esta caja de versos. A pesar de ello, manifiesta una predilección por desmitificar la ciudad con una actitud de no reconocimiento de ese territorio ancestral y tradicional. La mirada se empecina en percibir ese espacio en favor de la muerte no de la vida, en pro de lo horrible no de lo agradable.
La primera parte del libro es una propuesta de lo antiurbano y los personajes (poeta y ciudad) no se estrechan la mano, sino conviven en un permanente avatar, donde muros y calles semejan un orfanatorio irreparable e irreversible y el desamparo ciudadano se torna rebelión y crítica acerba. La voz que se parapeta en los poemas es increpante e inquisidora. Arremete con furia contra el ordenamiento global, contra la ciudad-comunidad sin horizonte alguno y contra los responsables del deterioro humano y ecológico:

El verde ya no crece / crece sólo rejas
El río está desnutrido y se muestra como útero tóxico
¿Dónde respirar?
En qué puente podría oler el valle de tu fertilidad
¡Ah pobladores!

En la segunda parte aparece una indagación introspectiva. Lo personal es asaltado con asombros y temores. En ella, la intensidad poética disminuye por el desconcierto que invade la palabra y la sensibilidad, pero el tono de la ira se mantiene incólume como si estuviera empozada en la profundidad del ser hasta convertirse en un manantial, pues:

Las voces, hijas de la ira
se distraen como moscas en un salón vacío

            Y la mirada hacia el interior es desesperada, alarmante. La construcción del ser es inadmisible y la angustia brota como la propia respiración:

El mirar como lombriz ha sido devorado por palomas
palomas de recuerdos
                 anhelos
                 trabajos
                 sobrevivencia
                 placer
angustia
Aquí respirar bajo el agua de la esencia
Torvo-pálido sobre el caballo negro de las emociones.

             La tercera parte está invadida por las ideas y parece que el filósofo vence al poeta. Pero la densidad de las elucubraciones no ensombrece la búsqueda de la expresividad. El duelo clásico entre estos dos saberes (poesía / filosofía) se atenúa cuando los hermana su honda preocupación humana por extirpar del hombre a la muerte y la mentira. También se dan la mano al haber sido ambas expulsadas del seno de la civilización y tratan de resurgir unidas para ayudar al hombre en la conquista de su verdadero horizonte, tan denegado porque:
           
11  La luz de las ciudades nunca han servido
12  la de nuestros pies
13  la de nuestros ojos
14  han encontrado el faro negro que no ven los demás
15  ¡oh sentidos! perdidos en el Sol cultivado por los hombres
16  así pues: nuestro límite está en nuestra humanidad
17  en ese YO-OTRO-NOSOTROS de ficción y trapo

Este lenguaje farragoso, embarrocado, se vuelve por momentos transparente y desgarrado:

209 ¿Dónde está el mundo? / ¿Dónde estás mundo?
      si esta adolescente está siendo evaporada por los años
      si toda la delicadez está desapareciendo entre los sistemas
210 La pasión malsana ha crecido en nuestra propia ausencia
      nuestros pies entre frutas podridas y ecos de mendigos
    
3

Si nos atenemos al subtitulo en latín (disjecti membra poetae) que acompaña al título, este  es un poemario violentado y violento. El cuerpo descuartizado yace diseminado en cada verso del texto, pero esos restos brillan como luces intermitentes y se conservan en loor de poesía-filosofía. El logro mayor del libro radica en la actitud rebelde, protestante, de su autor, quien con sus ojos ciegos pero rutilantes, aprecia nuestro inmerecido entorno, nuestra extraña convivencia a la sombra de un inextinguible faro negro de angustia, insania, soledad, llamado civilización. 


                                                        Arequipa 2009 octubre 24

                                                 José Gabriel Valdivia Á.
Poeta, investigador; y Catedrático en la Facultad
 de Filosofía y Humanidades, UNSA.

Pies en el Mar, poemario de Ursula Podestá & Orlando Bedoya

Pies en el Mar
(poemas para Julia)
De los poetas: Ursula Podestá Sánchez
Orlando V. Bedoya Pineda
Por: Franco Gómez Valcárcel
Título: Pies en el Mar (poemas para Julia).
Autores: Ursula Podestá Sánchez &
Orlando V. Bedoya Pineda.
Editorial: Ambedue.
Ciudad: Arequipa.
Año de publicación: 2012. 
Género: Poesía.
Medidas: 20,6 x 14,9 cm.
Encuadernado: Empastado.
Nº de páginas: 52.

Nunca como hoy se hacen más patentes la soledad, la distancia y ese infinito esfuerzo de estar solo como lo hace la voz en el poemario “Pies en el mar” de los poetas Ursula Podestá Sánchez y Orlando V. Bedoya Pineda, dos vocablos que se juntan para hacer declinar al día y encender  en los versos la más humana llamarada escondida en el jardín del secreto.

En todos estos años no se había escuchado la salida de un poemario escrito por dos personas, desde aquel férreo intento de Javier Heraud quien junto a César Calvo escribieron el ya legendario “Ensayo a dos voces”, hasta nuestros días, la publicación de un libro escrito “a dos tiempos”  sorprende,  y no sólo por su estilística cargada de reflexiones metafísicas, leves altisonancias, tonos sombríos, solemnes, y un intimismo marcadamente humano, sino también por ese desdoblamiento del yo poético que en este caso asume la voz de un viejo enamorado, un soldado cansado por la vida y el destino que decide cantar al amor desaparecido, muerto, para vencer los lazos del dolor y hacer florecer en el reino de lo oscuro la humana sonrisa.

Y todo esto escrito por dos cabezas que deben pensar como una sola para vencer al silencio y luego, en su unidad existencial, volver a  convertirse en dos.

Son 27 poemas dedicados a la memoria de Julia P. Ocola Espinoza de Rodríguez, divididos en dos partes que corresponden, la primera, al canto del esposo perdido por la soledad, pero encontrado por el recuerdo y el corazón, y la segunda que corresponde a los cánticos de los hijos desesperados por la ausencia de mamá y un te quiero; cantos que se hunden como piedras en el océano de lo intangible, del corazón y de la vida, de  ahí el título “Pies en el mar”, es la vida la que transcurre, la que se sumerge en uno mismo, en lo inefable del corazón humano, soportando los embates del destino, pero que no se logra soportar, y esta conciencia desgarrada es la que nos desconcierta y sumerge en esa fría realidad de lo inasible, aunque siempre existe la esperanza de caminar encima de ella.

También son pies que avanzan firmes e impertérritos a pesar de las adversidades.
Y es que a veces  nos encontramos envueltos en velos de tristeza, en siglos completos de nocturnidad, y nos congelamos “como pies fríos en el mar…”[1]; despertamos a la vida como jóvenes espíritus llenos de “escarabajos como confusión[2], locos, pero siempre esperando volver a casa y tener “una siesta junto a tus ojos[3].

Las imágenes y los símbolos se suceden unos a otros, nos recuerdan el silencio, la tristeza de saber que esta vida no alcanza, que a pesar de nuestras obligaciones y nuestro enmascarado yo, el mundo es nada y no logra otorgarnos el sentido. ¿Qué se ha posado en mis años esta mañana? / la bilis y el tintineo metálico de mis bolsillos / el fusil en mi cabeza / y un gorgojo cultural de cambio / ¿Has visto?, sólo idioteces.[4]

Y es que (…) la realidad es un tótem / que multiplica al vino en agrio / así, / el convite familiar transfigurándose en grutas proscritas.[5]; la familia se desvanece, los amigos también; sin embargo, entre todas las cosas, a veces lo más simple y puro logra sacarnos de lo oculto y nos entrega una nota para vivir en la memoria y en la luz de la razón: Un ramo de flores, es lo humano de mis actos / música triste / y luciérnaga para no caer en la locura.[6], y que a pesar del tiempo que transcurre como guillotina y de la democrática muerte, todavía podemos sonreír entre soliloquios y encerrarnos en nuestros buenos recuerdos como en un lejano y esperanzador jardín, “mientras impávido el corazón espera / al amanecer / para sonreír como mil historias.[7]

Podría continuar citando imágenes y poemas de este libro, pero me quedo con la impresión de una poesía bien lograda, como siempre nos tienen acostumbrados estos poetas, una poesía en la cual la acidez de los sentimientos “hechos a limón[8] y algunas aristas de palabras, no logra desvanecer ese espíritu envuelto en vendas de ternura y abrazos efusivos del ayer, y en la que la melancolía nos agarra como una mariposa oculta, llena de largos y delicados brazos negros.

Franco E. Gómez Valcárcel.
Lic. en Literatura y Lingüística. Poeta, escritor,
 articulista, músico y promotor cultural
 de la ciudad de Arequipa.
Edita Pleyade y Castillos en el Aire.

16 de setiembre de 2012





[1] Poema “2”, pág. 16.
[2] Poema “3”, pág. 17.
[3] Poema “4”, pág. 18.
[4] Poema “5”, pág. 19.
[5] Poema “13”, pág. 27.
[6] Poema “14”, pág. 28.
[7] Poema “10”, pág. 24.
[8] Dedicatoria, pág. 6.
La Guerra del Verso
Poemario de Gabriela Podestá
Por: Ursula A. N. Podestá Sánchez.



La Guerra del Verso o
el tiempo de la vida

  
La metáfora exaltada de los tiempos actuales, se ubica entre los paradigmas, la tecnología micro portable, y el hombre en sí; junto a un rebrote de la información y su irradiación de manera rápida en diversos medios y/o soportes como fuentes; esto, en un plano cultural.

La Guerra del Verso, es la preocupación del hombre, la sociedad y el humanismo. Es la perseverancia, la bandera del humanista en un entorno lleno de conflictos naturalizados.

Es así que, el verso no se ajusta a los nuevos fantasmas de la colectividad, sino que tiene que invocar a la Poesía. Y manifestarse en diversos actos y situaciones tratando de sostener a un sol tenue que transfigura al poeta en “guerrero”, soldado de la vida, de la armonía colectiva.

Es así que la lucidez y el instante del reconocimiento del entorno se hace una trinchera, de verbo inevitable, de acto que se desenvuelve detrás de las cortinas del mundo que conocemos. Conciencia de sobrevivencia:

“…
Estoy de vigilia, y sé que detrás de los muros estás, más allá de las luces y las contraseñas. Junto a mis botas te pienso, paso a paso. No importa si la noche se cae más o si tuviera que acuchillarla cuando no reconozca el santo y seña.”

Más allá de las academias, de la urbe, el “soldado poeta” trata de unir el principio con el presente, y para ello recurre a los rituales; para desenmascarar artificios culturales que son moda, o elementos efímeros que perecen entre los hombres. Hay una búsqueda inquebrantable de la novedad, como punto ciego.

“No en vano cae la forma de lo nuevo
  del luto mediocre de la fábula
  de la flecha que atraviesa la noche
  del brillo mullido de la sinceridad
  del roto rencor
  de todos los pensamientos ardiendo
  en el horizonte, en las líneas del destino
  que callan en el lienzo.”

Las preguntas más crudas de Gabriela Podestá es: qué viene haciendo la ciudad con sus héroes, o por lo menos, en qué ángulo reconocer el latido vivo de alguno. Es así que se incorporan las jaulas y la proscripción frente al deseo más febril, cantado en este poemario, el valor a la libertad.

“Tus fauces
  mi herida
  tus ojos inciertos
  unilateralmente libertad.”

Es así que este valor retornará, trajinante o como quien deambula en un campo de guerra; se hace anhelo, con una inmensidad que la poeta sabe que está lejos de los sentidos y del conocimiento de los hombres. Es así el hermetismo: la luz gigantesca que desaparece por tanta luz ante los ojos del mundo.

Sabe de los elementales, también del tiempo que devora a la humanidad. La poeta, entonces, se hace camino y pluralidad como lejanía, acantilado, piedad, promesa de meta…; harta de las fosas de la muerte, de la indiferencia de los nuevos tiempos. Busca, entonces, la armonía libre, la mano del compartir, hacer florecer una sociedad de vida.

“Bailo para que los días sean libres

  fabrico hábitos
  donde se niegue los adioses

  donde los trenes no sean más cadáveres.”

Gabriela Podestá Sánchez, entonces clama el tiempo de la vida, aunque el pesimismo colectivo sea parte de la historia; ella insiste con su voz.

“El mar          el cielo           la tierra
 ¿qué olor de cuchillo a vuestro lado?
 ¿qué tiempo duerme?
 ¿qué industria juega?
 ¿qué vida?”

Es así que conjura al presente como acto de compromiso entre los hombres.

“La guerra del verso
  constelación de los héroes…”


Ursula A. N. Podestá Sánchez.[1]
Arequipa, Octubre de 2013.




[1] Poeta, investigadora, editora y promotora cultural en la ciudad de Arequipa. Co-dirige las revistas: Enroque y más Versos, Ambedue, y Ojos de Clío.