lunes, 10 de febrero de 2014

El designio mayor del poema. Poemario de Vladimir Alvarado Ramos.

El designio mayor del poema
(la menoría)
del poeta
Vladimir Alvarado Ramos
Por: Orlando V. Bedoya Pineda 
Título: El Designio mayor del poema (la menoría)
Autor: Vladimir Alvarado Ramos.
Editorial: Ambedue.
Ciudad: Arequipa.
Año de publicación: 2013. 
Género: Poesía.
Medidas: 20,5 x 14,8 cm.
Encuadernado: Empastado.
Nº de páginas: 68.


Entre designios y memoria: los versos
 de Vladimir Alvarado Ramos.

   
El devenir histórico es muy largo para los instantes de vida que tiene cada individuo para hacer de ella que intervenga de manera trascendente en el plano social; he aquí la memoria, entonces, como puzzle, en cada mano de cada disciplina tratando de armarla; y así, contribuir al mañana del próximo hombre, que vendrá a la realidad para iniciar su proceso de endoculturación y su acondicionamiento como humano…; digo esto, porque son algunas de las conjeturas que preocupan al poeta Vladimir Alvarado Ramos (V.A.R.).

Es así que, este poeta, utilizará un lenguaje culto e interdisciplinario, sus metáforas a veces son muy herméticas, y llenas de símbolos; pero en cada uno de estos giros literarios, no escapan a la pasión, al latido vivo y delicado que porta el ser humanista para obsequiarla como efluvio marino a cada lector.

V.A.R., ensimismado, nos engulle con su canto al sueño sin pies, a la realidad del superhombre, y el acto de las correcciones por construir, como se reflejan en sus primeros poemas del primer apartado titulado De la menoría I (Codificar):

“Subsisten, como estrellas parlantes
            Incógnitas
            Semillas por cosechar
            Peregrinaciones de kilómetros
            Correcciones como ladrillos
            Y morderle a la vida donde
            El suplicio se hace valentía  
            Lecturas que no conocen autores.”

Por lo que el poeta, se vuelve camino de lenguaje con rostro de hombre que busca su verdad en la lejana verdad, aunque la desilusión no sea más que otra cosa que la espinada civilización.

Su canto, entonces, se hace abismal y frágil como “pulmones de una pantalla rota”, varado en el misterio que va más allá de la imaginación frente al descaro sensorial: “una mujer desnuda detrás de las cortinas” que ahora se hace extrañamiento.

El miedo, se manifiesta entre la denuncia y la mentalidad de fracaso; entre el heroísmo y el padecer las patéticas represiones. Aunque la luz del optimismo existencial se ubica frente al entorno como historia llena de cenizas.

Más allá de los “nombres” y “coordenadas”, la interminable ruta del poeta proscrito, como “desaparecer”, lejos del entorno lo arrincona entre datos, caracteres y botones.

El mundo interno, la subjetividad o iluminación; también se manifiestan como realidad, con insomnes preguntas, como luces de vigilia o belicosos fantasmas. V.A.R. anota así en el segundo apartado De la menoría II (decodificar):

“…La totalidad de experiencias
      Cada rincón/segunda piel
      Gritan al mundo su natalidad
      Una apuesta a todo o nada
      ¿Podré tragarme mis palabras?
      Cada luminiscencia es falsa
     ¿No hay cura que me enferme?...”

Mientras que en el tercer apartado, De la memoría III, los linderos de las ideas se quiebran remarcando el halago, la bilis, y la denuncia; la “memoria” hecha escombros o fría:

“…Romper la memoria, para
Estar donde estuve, sin
Colores – la mímesis de la
Cultura – forzar la existencia
¿Cómo leer perturbaciones?
Combinaciones posibles de un
Orden campesino
La herencia nos da las gracias
Se aleja de allí y se ríe
Derrama niñas sobre mares sin nombre
Sobre, estaciones solares, colores por nombrar
Pasajeros absolutos, religiosos de desierto
Poetas sin verso, estatuas de letras.”

En el cuarto apartado del libro, Del Mar, llega el poeta a soliloquios, a especie de conclusiones como escenas; a la prosa poética, a la vanguardia que conjuga espacios, paradigmas, sentencias…; el verbo se hace beligerante batalla hacia los discursos de poder inmersas en diversas plataformas del conocimiento.

No es de extrañarse que la desilusión construya una nueva ilusión, de ahí la contraposición versal y la búsqueda de identidades entre espejos de calumnias.

…Es preciso en el tropel de las mañanas, buscar, buscarnos como apertura y clausura, confesar en los suburbios de nuestras legiones, que la ebria orden es un nudo de la palabra, antes que cosecha de la cuchilla, que ganancia del pataleo, que su yuxtaposición en sucesiones, antes que la punta del albedrío en julios. No volveré a valorar junto a ti, niegas la importancia del agujero, estas rosas apuntan a tu lado, recuérdalo, el comercio acaba junto al monopolio del siglo pasado, ¿cuán dulce es tu agalla?, lastimas la fiebre del joven árbol, es hora de santos, de manos a lunas.”

Del Tiempo, quinto y último apartado, nos acerca a los colofones, a las historias que hacen de puente entre el origen, el proceso, y el devenir… es pues, lo que avanza el “Yavista”, personaje que encarna la voluntad como poeta, la chispa de donde emana el fuego prometeico, el valor entre generaciones, credos y civilizaciones; V.A.R., lo menciona así:

“Abrió los ojos, el Yavista, multitud de puntos sin referencias, como sarcófagos leyendo maldiciones, sin rosetas, la paciencia es eterna.”
“Esta es mi enumeración, la de él jamás, fósiles  en carbonos sin catorce, la  numeración es después, queda nuestro llanto para alimentos, canciones; queda el silencio para el peso del mundo, la columna de nuestro primer paso, la llaga producto del descenso ¿cómo expresar el azote del árbol al caer? El dolor de los dedos al señalar, el sabor de la tierra, sólo con frutos y hojas. Es el esplendor del poema cardinal: cero, cero y luego eyección.”

Este apartado final termina lanzando un acertijo profético o visionario, con el verso encriptado, que sólo alcanzarán a entenderlo algunos, confirmación de hermetismo, que no es más que la fuente del título que engloba a  este libro.

“…El exilio se merece la voz, los ejércitos de la sequedad, los extremos del navío a un sólo grito, un grito de sal y títulos. Él va a quemar el mundo con sus siete días, he aquí el designio mayor del poema.”

Vladimir Alvarado Ramos, necesario es reiterar su nombre, juega un rol de hito o encrucijada, de dolor humanístico, de bandera de testimonio de timidez acerada y de palabra de rayo; es amigo y promesa en las letras que lidera a los creadores poéticos de la segunda década del siglo XXI en Arequipa, validando la poesía trascendental con el estilo particular de cada generación.

Este libro y su creador poético auguran el camino y la responsabilidad hacia las humanidades y las letras, los reconocimientos y los sacrificios que exigen todo proceso de cambio o renovación.

Orlando V. Bedoya Pineda.[1]
Arequipa, agosto del 2013.




[1] Poeta, investigador, editor y promotor cultural en la ciudad de Arequipa. 

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