La Guerra del Verso
Poemario de Gabriela Podestá
Por: Ursula A. N. Podestá Sánchez.
La
Guerra del Verso o
el
tiempo de la vida
La metáfora
exaltada de los tiempos actuales, se ubica entre los paradigmas, la tecnología
micro portable, y el hombre en sí; junto a un rebrote de la información y su
irradiación de manera rápida en diversos medios y/o soportes como fuentes;
esto, en un plano cultural.
La Guerra del Verso, es la preocupación del
hombre, la sociedad y el humanismo. Es la perseverancia, la bandera del
humanista en un entorno lleno de conflictos naturalizados.
Es así que, el
verso no se ajusta a los nuevos fantasmas de la colectividad, sino que tiene
que invocar a la Poesía. Y manifestarse en diversos actos y situaciones
tratando de sostener a un sol tenue que transfigura al poeta en “guerrero”,
soldado de la vida, de la armonía colectiva.
Es así que la
lucidez y el instante del reconocimiento del entorno se hace una trinchera, de
verbo inevitable, de acto que se desenvuelve detrás de las cortinas del mundo
que conocemos. Conciencia de sobrevivencia:
“…
Estoy de vigilia, y sé que detrás de los muros estás,
más allá de las luces y las contraseñas. Junto a mis botas te pienso, paso a
paso. No importa si la noche se cae más o si tuviera que acuchillarla cuando no
reconozca el santo y seña.”
Más allá de las academias, de la urbe, el “soldado
poeta” trata de unir el principio con el presente, y para ello recurre a los
rituales; para desenmascarar artificios culturales que son moda, o elementos
efímeros que perecen entre los hombres. Hay una búsqueda inquebrantable de la
novedad, como punto ciego.
“No en vano cae la forma de lo nuevo
del luto
mediocre de la fábula
de la flecha
que atraviesa la noche
del brillo
mullido de la sinceridad
del roto
rencor
de todos los
pensamientos ardiendo
en el
horizonte, en las líneas del destino
que callan en
el lienzo.”
Las preguntas más crudas de Gabriela Podestá es: qué viene haciendo la ciudad con sus héroes,
o por lo menos, en qué ángulo reconocer el latido vivo de alguno. Es así que se
incorporan las jaulas y la proscripción frente al deseo más febril, cantado en
este poemario, el valor a la libertad.
“Tus fauces
mi herida
tus ojos
inciertos
unilateralmente
libertad.”
Es así que este
valor retornará, trajinante o como quien deambula en un campo de guerra; se
hace anhelo, con una inmensidad que la poeta sabe que está lejos de los
sentidos y del conocimiento de los hombres. Es así el hermetismo: la luz
gigantesca que desaparece por tanta luz ante los ojos del mundo.
Sabe de los
elementales, también del tiempo que devora a la humanidad. La poeta, entonces,
se hace camino y pluralidad como lejanía, acantilado, piedad, promesa de meta…;
harta de las fosas de la muerte, de la indiferencia de los nuevos tiempos.
Busca, entonces, la armonía libre, la mano del compartir, hacer florecer una
sociedad de vida.
“Bailo para que los días sean libres
fabrico
hábitos
donde se
niegue los adioses
donde los
trenes no sean más cadáveres.”
Gabriela Podestá Sánchez, entonces clama el tiempo de
la vida, aunque el pesimismo colectivo sea parte de la historia; ella insiste
con su voz.
“El mar el cielo
la tierra
¿qué olor de
cuchillo a vuestro lado?
¿qué tiempo
duerme?
¿qué industria
juega?
¿qué vida?”
Es así que conjura al presente como acto de compromiso
entre los hombres.
“La guerra del verso
constelación
de los héroes…”
Arequipa, Octubre de 2013.
[1] Poeta,
investigadora, editora y promotora cultural en la ciudad de Arequipa. Co-dirige
las revistas: Enroque y más Versos,
Ambedue, y Ojos de Clío.
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