lunes, 10 de febrero de 2014

URNA, la poesía trascendental de Ursula Podestá

U  R  N  A
poemario de Ursula Podestá Sánchez
Por: José Gabriel Valdivia.
Título: URNA (disjecti membra poetae) 
─los miembros dispersos del poeta─.
Autor: Ursula Podestá Sánchez.
Editorial: Ambedue.
Ciudad: Arequipa.
Año de publicación: 2009. 
Género: Poesía.
Medidas: 20,7 x 14,5 cm.
Encuadernado: Engrapado.
Nº de páginas: 44.


1

La poesía publicada en Arequipa, en esta primera década del siglo XXI, por los jóvenes nacidos después de 1980, manifiesta ya ciertas continuidades y rupturas con la tradición desarrollada durante el siglo XX. La renovación parece orientarse por la temática, las formas, o también -aunque en menor proporción-  por el lenguaje o la actitud poética de abandonar el pasado paulatinamente hasta recusarlo con natural y espontáneo sentimiento generacional.
En cuanto a los temas, por ejemplo, no aparece el amor como preocupación fundamental. La ciudad, como espacio nuevo, parece ganar la sensibilidad de estas voces inaugurales, así como el desasosiego o la desesperación que va provocando la modernidad instalada a tientas en nuestros predios, junto a la tecnologización de la vida cotidiana.
En este sentido, hay -en algunos casos- intentos por escribir con un lenguaje diferente y plural que testimonie esta nueva vorágine urbana. Del mismo modo, la actitud hacia la vida y la poesía se manifiesta –en los mejores trabajos- con rebeldía y franco compromiso, hurgando lo personal, lo cotidiano y efímero, lo comunicativo y electronizado.
También podemos diferenciar lo escrito por varones y mujeres, porque todavía en nuestra sociedad y cultura el problema de género sigue apareciendo aunque va disipándose paulatinamente. En los inicios de la década, Tania Rosand, Mariela Cervantes o Katty Gómez  aparecieron con sendos libros. Luego vendrían Nadia Fernández, María Miranda y Ursula Podestá. Finalmente, irrumpen con plaquetas individuales o poemas en revistas: Maru Delgado, Lilian Calisaya, Flor Pachari, Carolina Zegarra.

2

Urna es el segundo libro de Ursula Podestá Sánchez (Arequipa, 1982). En este, la voz se dispersa y asume un registro vario para desarrollar las tres partes que conforman esta caja de versos. A pesar de ello, manifiesta una predilección por desmitificar la ciudad con una actitud de no reconocimiento de ese territorio ancestral y tradicional. La mirada se empecina en percibir ese espacio en favor de la muerte no de la vida, en pro de lo horrible no de lo agradable.
La primera parte del libro es una propuesta de lo antiurbano y los personajes (poeta y ciudad) no se estrechan la mano, sino conviven en un permanente avatar, donde muros y calles semejan un orfanatorio irreparable e irreversible y el desamparo ciudadano se torna rebelión y crítica acerba. La voz que se parapeta en los poemas es increpante e inquisidora. Arremete con furia contra el ordenamiento global, contra la ciudad-comunidad sin horizonte alguno y contra los responsables del deterioro humano y ecológico:

El verde ya no crece / crece sólo rejas
El río está desnutrido y se muestra como útero tóxico
¿Dónde respirar?
En qué puente podría oler el valle de tu fertilidad
¡Ah pobladores!

En la segunda parte aparece una indagación introspectiva. Lo personal es asaltado con asombros y temores. En ella, la intensidad poética disminuye por el desconcierto que invade la palabra y la sensibilidad, pero el tono de la ira se mantiene incólume como si estuviera empozada en la profundidad del ser hasta convertirse en un manantial, pues:

Las voces, hijas de la ira
se distraen como moscas en un salón vacío

            Y la mirada hacia el interior es desesperada, alarmante. La construcción del ser es inadmisible y la angustia brota como la propia respiración:

El mirar como lombriz ha sido devorado por palomas
palomas de recuerdos
                 anhelos
                 trabajos
                 sobrevivencia
                 placer
angustia
Aquí respirar bajo el agua de la esencia
Torvo-pálido sobre el caballo negro de las emociones.

             La tercera parte está invadida por las ideas y parece que el filósofo vence al poeta. Pero la densidad de las elucubraciones no ensombrece la búsqueda de la expresividad. El duelo clásico entre estos dos saberes (poesía / filosofía) se atenúa cuando los hermana su honda preocupación humana por extirpar del hombre a la muerte y la mentira. También se dan la mano al haber sido ambas expulsadas del seno de la civilización y tratan de resurgir unidas para ayudar al hombre en la conquista de su verdadero horizonte, tan denegado porque:
           
11  La luz de las ciudades nunca han servido
12  la de nuestros pies
13  la de nuestros ojos
14  han encontrado el faro negro que no ven los demás
15  ¡oh sentidos! perdidos en el Sol cultivado por los hombres
16  así pues: nuestro límite está en nuestra humanidad
17  en ese YO-OTRO-NOSOTROS de ficción y trapo

Este lenguaje farragoso, embarrocado, se vuelve por momentos transparente y desgarrado:

209 ¿Dónde está el mundo? / ¿Dónde estás mundo?
      si esta adolescente está siendo evaporada por los años
      si toda la delicadez está desapareciendo entre los sistemas
210 La pasión malsana ha crecido en nuestra propia ausencia
      nuestros pies entre frutas podridas y ecos de mendigos
    
3

Si nos atenemos al subtitulo en latín (disjecti membra poetae) que acompaña al título, este  es un poemario violentado y violento. El cuerpo descuartizado yace diseminado en cada verso del texto, pero esos restos brillan como luces intermitentes y se conservan en loor de poesía-filosofía. El logro mayor del libro radica en la actitud rebelde, protestante, de su autor, quien con sus ojos ciegos pero rutilantes, aprecia nuestro inmerecido entorno, nuestra extraña convivencia a la sombra de un inextinguible faro negro de angustia, insania, soledad, llamado civilización. 


                                                        Arequipa 2009 octubre 24

                                                 José Gabriel Valdivia Á.
Poeta, investigador; y Catedrático en la Facultad
 de Filosofía y Humanidades, UNSA.

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